HABIA UNA VEZ tres cerditos que se fueron en busca de un lugar
donde vivir.
Caminaron,… caminaron…. y caminaron.
Cruzaron extensos
valles, caudalosos ríos, ciudades y pueblos pero ningún lugar les gustaba lo
suficiente para quedarse a vivir.
Después de muchos días de largo viaje, los tres cerditos
llegaron a los Picos de Europa. Desde lo alto de la montaña, miraras donde miraras
todo era de color verde y si guardabas silencio, podías oír los sonidos de la
naturaleza.
– Aquí, aquí – dijo el cerdito Ángel- este es un
lugar estupendo para construir nuestras casas.
– Es maravilloso, nos quedaremos para siempre – aplaudió entusiasmado el cerdito Pepe.
El cerdito Paco, ni contesto, estaba demasiado cansado y demasiado hambriento (os contare un pequeño secreto del cerdito Paco, siempre estaba demasiado cansado y demasiado hambriento, la verdad es que era un poquito perezoso).
– Es maravilloso, nos quedaremos para siempre – aplaudió entusiasmado el cerdito Pepe.
El cerdito Paco, ni contesto, estaba demasiado cansado y demasiado hambriento (os contare un pequeño secreto del cerdito Paco, siempre estaba demasiado cansado y demasiado hambriento, la verdad es que era un poquito perezoso).
Al día siguiente se pusieron a trabajar.
Cada cerdito se fue en busca del material necesario para construir
su casa.
A medio día, el cerdito
Pepe ya había conseguido muchas ramas de robles, de castaños, y hasta de
avellano. Tenía lo suficiente para empezar una bonita cabaña de madera. Busco
un zona llana y empezó a medir y a serrar.
Con el ruido de la sierra, el
cerdito Paco se desperto.
–
¡Uf!, que tarde se me a echo. He dormido demasiado,
(siempre
dormía demasiado).
dormía demasiado).
Para que los otros cerditos no le llamaran perezoso, Paco se fue
corriendo hasta la orilla del rio, en busca de cañas, juncos y alta hierbas
con las que construir su casa. Antes de que nadie se diera cuenta, ya
estaba "manos a la obra".
No fue casi hasta bien entrada la
tarde cuando el cerdito Ángel pudo
empezar a construir la suya. Claro que el
cerdito Ángel, se había pasado
toda la mañana buscando y transportando pesadas
piedras para
construirla.
Durante el día, cada cerdito
trabajaba en su casa. Por la noche los
tres se juntaban alrededor de la hoguera
para contar historias, cantar
y divertirse.
A finales de octubre las casas
estaban terminadas. Los tres cerditos
estaban tranquilos y eran muy felices.
No sospechaban, que tras unas peñas,hacía tiempo, les observaba,
el SR.LOBO.
El viejo SR.LOBO vivía solo en las montañas, alejado de su manada.
Pronto llegaría el duro invierno y tenía mucha hambre.
Una mañana, muy temprano, se acerco sigilosamente a casa de Paco,
miro por la ventana y vio que dormía plácidamente.
–
¡Hummmmm! – se relamió el SR. LOBO mientras empezó
a coger
aire hinchando sus pulmones hasta que no pudo más y………….
FIIIUUUUUUUUUUUU soplo y soplo
y la casita de Paco voló.
Asustado y en pijama, el cerdito
Paco corrió a casa de Pepe.
–
¡Aaabremeee, abremee ¡ - gritaba Paco golpeando la
puerta.
Rápidamente, Pepe salto de la
cama y abrió la puerta sin comprender
que pasaba.
–
Me persigue un lobo, me persigue un lobo –no
dejaba de repetir
el cerdito Paco, muy asustado, mientras cerraba la puerta y
la
sujetaba con la espalda.
– ¿Un lobo? – exclamo sorprendido Pepe – si no hemos
visto
ninguno por aquí.
– Un lobo, estoy seguro que era un lobo.
En ese mismo instante un terrible
sonido le dejo mudos.
– FFFIIIIIUUUUUUUU, FFFIIIIIUUUUUUUU – soplo el
lobo.
–¿Qué es eso? – se pregunto Pepe mientras miraba
asustado por
la rendija de la puerta.
– FFFIIIIIUUUUUUUU, FFFIIIIIUUUUUUUU – soplo, soplo,
soplo y resoplo con todas sus fuerzas.
Y mientras el lobo volvía a coger aire para
hinchar más y más sus
pulmones.
Paco y Pepe salieron corriendo por la puerta
trasera de la cabaña
hacia la casa del cerdito Ángel.
–
FFFFFIIIIIUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU – y del
último soplido,la cabaña de Pepe por los aires voló.
atreverse a mirar atrás.
Cuando llegaron a casa de Ángel,
golpearon la puerta tres veces,
–
Pero, ¿no me tenéis miedo?-
respondió algo asombrado por
como era costumbre entre ellos para no abrir a
los desconocidos, y el
cerdito Ángel que era muy madrugador abrió a sus amigos
con la
intención de invitarlos a desayunar, pero…
–
¿Qué os a pasado, parecéis asustados?.
–
¡Calla!, ¡calla y cierra la puerta! –dijo con la
voz temblorosa
el cerdito Pepe – ¡nos persigue un lobo!. Y antes de que pudiera
terminar
interrumpió Paco.
–
Es un lobo enorme y poderoso, con solo soplar a
volado
nuestras casa, ¡estamos perdidos! , ¡nos comerá!.
De pronto el bosque se quedo en
silencio, no se oía ni en viento,
ni los pájaros.
NADA.
Solo un jadear ronco y muy
seguido.
El cerdito Pepe, que estaba más
cerca de la ventana, asomo el
rabillo de ojo.
–
¡Está ahí!,
¡ésta ahí!- susurro con la voz entrecortada.
–
¡JA, JA, JA, JA! – La risa del lobo era tan
espeluznante que
los tres cerditos se quedaron inmóviles pegados a la pared sin
poder
hablar y casi sin respirar.
–
¡Ya sois míos!, ¡ja, ja, ja,ja!. Y empezó a coger
aire, hinchando
sus pulmones hasta que no pudo más. -
FFFIIIIUUUUUUUUUUUUUU
UUUUUUUUU - fue tan grande el soplido del SR.LOBO que
todos los
arboles de los alrededores se inclinaron hasta casi tocar el suelo.
Pero la casa del cerdito Ángel,
que era de piedra, ni siquiera lo noto.
Enfurecido el SR.LOBO y viendo
que la casa no se movía, pateo el suelo
hasta hacerlo temblar,
AUUUUUUUUUUUUUUUUU- aulló como nunca
lo había hecho.
El SR. LOBO intento llenar sus
pulmones cogiendo todo el aire que pudo,
soplo con todas sus fuerzas –
FFFFFFIIIIIIUUUUUUUU- y volvió a
soplar- FFFIIIUUUUUUUUUU- y soplo una vez mas
– FFFFFFFFIIIIII
IIIUUUUUUUUUU- y soplo hasta que no pudo mas.
Cayo derrotado y
sin fuerzas y se puso a llorar.
Los cerditos que oyeron llorar al
SR.LOBO, sintieron lastima y aunque
algo temerosos abrieron la puerta y se
acercaron.
–
¿Por qué lloras, SR.LOBO? – le pregunto el cerdito
Ángel.
–
Estoy hambriento y estoy solo – respondió el
SR.LOBO,
enjuagándose las lagrimas.
–
Pero, si tienes hambre nosotros podemos ayudarte,
¿quieres un
chocolatito con churros? lo estaba preparando para desayunar, justo
cuando llegaste, hay suficiente para los cuatro.
la invitación.
–
¡Nos distes un buen susto!- exclamo el cerdito
Paco- pero no creo
que seas tan malo.
–
Si prometes no volver a asustarnos, puedes venirte
a desayunar
con nosotros siempre que quieras – le dijo Pepe.
–
Puedes venir a desayunar y también a merendar, soy
muy buen
repostero – añadió el cerdito Ángel.
A partir de aquel dia, el SR.LOBO bajo todas las mañanas a
desayunar
el chocolate con churros con los tres cerditos. Y cuando el invierno
cubrió de nieve toda la montaña, el SR.LOBO paso los días junto a los
cerditos calentándose en la chimenea, contándoles increibles historias
de sus tiempos de juventud, cuando todavia era el jefe de su manada.
Y COLORÍN COLORADO
ESTE CUENTO SE HA ACABADO
Y ASI MAMÁ
NOS LO HA CONTADO.
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